Inteligencia Emocional en el Mundo Laboral
Estamos siendo testigos de un cambio de paradigma, los sucesos de Octubre de 2019 y la Pandemia de 2020 han venido a desafiarnos y a mostrarnos que necesitamos volver al origen, a humanizar nuestras vidas. Reconectar con lo importante, darnos cuenta de que no necesitamos tantas cosas para vivir, y en general tantos y distintos aprendizajes que hemos tenido en este período diferente.
El liderazgo no ha quedado ajeno a este desafío, los líderes están necesitando desarrollar otras competencias, más acordes con lo que pasa.
Ven a vivir un proceso de fortalecimiento de tu estilo de liderazgo a través de conectar con tu inteligencia emocional y desarrollar tus competencias emocionales.
Todos podemos cambiar, cuando nos lo proponemos.
Daniel Goleman, en su modelo de Inteligencia Emocional, describió las competencias emocionales, y las identificó como claves para un liderazgo exitoso.
Autoconciencia: Es la capacidad de entender las propias emociones.
El primer paso para poder trabajar efectivamente con las emociones es darnos cuenta de que existen. En un principio, esto puede parecer algo muy sencillo, pero la realidad es que no es tan fácil desarrollar esta habilidad. ¿Cuántas veces te has sentido molesto con alguien sin entender realmente por qué? ¿En cuántas ocasiones te ha invadido una tristeza aparentemente inexplicable?
La autoconciencia sería, entonces, la habilidad que nos permitiría examinar nuestras propias emociones y comprenderlas en su totalidad. Esto nos ayudaría a encontrar su origen y el mensaje que nos quieren transmitir, pero también a ponerles nombre y a comprender cómo influyen en cada situación.
Autoregulación: Se trata de la habilidad de manejar e influir en los propios sentimientos.
Una vez que hemos descubierto qué es exactamente lo que sentimos y por qué, debemos ser capaces de influir sobre ello. De eso precisamente se encarga la segunda de las competencias emocionales: cuando aprendemos a autorregularnos, adquirimos la habilidad de cambiar nuestros sentimientos, voluntariamente, en cierta medida.
Por supuesto, esto no implica que puedas alcanzar cualquier estado de ánimo con tan solo desearlo. Por el contrario, la autorregulación nos ayudará a entender los pasos que debemos dar para sentirnos de una manera diferente. La puesta en práctica de esta habilidad es muy útil, ya que nos permite evitar relativamente aquellas emociones que más nos sabotean y fomentar las que nos ayudan.
Motivación: Definida como la capacidad de empujarse a uno mismo a actuar para conseguir las propias metas.
La tercera de las competencias emocionales de Goleman es la última que tiene que ver con los propios sentimientos. Está estrechamente relacionada con la autorregulación, pero lleva la capacidad para cambiar nuestro estado un paso más allá. Desde su perspectiva, si aprendes a motivarte, serás capaz de emprender acciones valiosas que te beneficien, superando la pereza que te puedan dar algunas.
De hecho, algunos estudios nos muestran que la capacidad de automotivarnos es una de las más importantes a la hora de alcanzar el éxito. Esta, además de ser una regla poderosa, lleva imantada la virtud de ser aplicable a muchas áreas vitales.
Empatía: Es la habilidad para comprender las emociones de otros individuos, y tenerlas en cuenta a la hora de actuar.
Prácticamente todo el mundo ha oído hablar de la empatía. En su forma más básica, se trata de la capacidad de comprender los sentimientos de otras personas. Sin embargo, tal y como la definió Goleman, se trata de una competencia más compleja.
Así, para este autor, la empatía nos permite no solo entender las emociones de otros, sino tenerlas en cuenta a la hora de planificar nuestras propias acciones. Sin ella, no seríamos conscientes de nuestro impacto en los demás, y por lo tanto sería mucho más sencillo que hiciéramos daño a la gente sin darnos cuenta.
Habilidades Sociales: Se trata del conjunto de capacidades que nos ayudan a establecer relaciones satisfactorias con otras personas.
La última de las competencias emocionales de Goleman es más bien un conjunto de capacidades: se trata de todo aquello que nos permite relacionarnos con los demás de manera efectiva. Así, implicaría aspectos como:
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La habilidad para hablar en público.
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La capacidad de conectar con los demás.
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La superación del miedo a hablar con desconocidos.
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Etc.
Es importante mencionar que todas estas competencias emocionales pueden ser aprendidas. Al contrario que la capacidad intelectual, que se supone que es innata, las habilidades de la Inteligencia Emocional pueden desarrollarse mediante el esfuerzo voluntario y personal.
Por lo tanto, incluso aunque consideres que no cuentas con un nivel muy alto de inteligencia emocional, no hay razón para que desesperes: con el trabajo adecuado, podrás desarrollar estas habilidades que están tan asociadas al bienestar y al éxito.